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domingo 17 abril 2016, 09:29

Edwards: "Beenhakker fue la inspiración del sueño trinitense de 2006"

“En la vida hay cosas que uno sabe que no olvidará nunca. Para mí una de ellas fue ese Mundial, la trayectoria completa. Y debo decir que no me da la impresión de que hayan pasado diez años. Todavía lo tengo muy fresco”.

Carlos Edwards, de 37 años, continúa en activo, en el Millwall, y nos habla desde su casa de Inglaterra, con las voces y el ruido intermitente que hacen sus hijas como telón de fondo. Pero nuestra conversación gira en torno a 2006, y sus recuerdos pronto echan a volar, llevándolo primero a Puerto España, más tarde a Riffa y posteriormente a Dortmund, Núremberg y Kaiserslautern.

Ese fue el trayecto, grabado para siempre en su mente, que recorrió Trinidad y Tobago en su primera y, hasta la fecha, única participación en la Copa Mundial de la FIFA™. El país caribeño aún sigue siendo, a día de hoy, el más pequeño que haya actuado nunca en el torneo. Sin embargo, aunque la experiencia siga evocando imágenes de felicidad —“todo fue fantástico, de verdad”—, Edwards recuerda que el camino hacia Alemania no resultó precisamente un paseo.

“Las cosas iban mal”, explica a FIFA.com. “Habíamos sumado un punto en tres partidos y todo apuntaba a que íbamos a quedar eliminados otra vez. Pero luego, por suerte para nosotros, la Asociación tomó una decisión que lo cambió todo”.

Esa decisión, cuando Trinidad y Tobago no había ganado un solo encuentro y acababa de ser goleada por Guatemala (5-1), consistió en nombrar seleccionador al carismático neerlandés Leo Beenhakker. En opinión de Edwards, esa designación fue mucho más significativa que cualquier cosa que ocurriese antes o después.

“Sin el señor Beenhakker no habríamos llegado al Mundial de ninguna manera”, sentencia. “Recuerdo que la primera vez que mencionaron su nombre yo no tenía ni idea de quién era. Pero luego vi la talla de los equipos que había entrenado y enseguida pensé ‘vale, estamos en buenas manos’. Y así fue. Para mí, lo tenía todo como técnico. Jugar a sus órdenes fue un privilegio. Él marcó la diferencia por completo”.

Una trayectoria brillante Bajo la dirección de un entrenador con una experiencia tan dilatada —había dirigido a Ajax, Real Madrid o la selección neerlandesa—, los Guerreros Soca consiguieron alcanzar de forma agónica la eliminatoria intercontinental, tras imponerse a México en la última jornada de la competición preliminar de la CONCACAF. Y en la doble confrontación ante Bahréin tomaron una vez más el camino más complicado hacia el éxito, al empatar a 1-1 en casa en la ida, cediendo en apariencia la iniciativa a su adversario.

“No rendimos a nuestro mejor nivel, es posible que nos pudiesen los nervios”, analiza Edwards. “Pero en la vuelta Bahréin pareció salir a por un empate a ceros, y eso nos benefició. El grandullón Dennis Lawrence marcó el único gol del partido, que lo decidió todo: estábamos clasificados. Cuando sonó el pitido final, yo ni siquiera sabía cómo celebrarlo, sinceramente, de lo impactado que estaba. No sabía si reír, llorar, saltar... No tenía ni idea de qué hacer. En aquel momento, me sentía como si alguien fuese a decir que todo era un sueño”.

Muchos pronosticaron entonces un despertar brutal del equipo de Beenhakker en la fase final de la cita mundialista, y sus rivales de la liguilla, Inglaterra, Paraguay y Suecia, se las prometían muy felices. Aunque las circunstancias no favorecieron a los Guerreros Soca en su estreno, ante el cuadro escandinavo, con la lesión del guardameta Kelvin Jack en el calentamiento y la expulsión de Avery John en el primer minuto de la segunda parte, el equipo se batió con bravura y cosechó un histórico empate a 0-0.

“Todo el mérito fue del señor Beenhakker, también”, recuerda Edwards. “En los entrenamientos, siempre nos decía: ‘Prefiero que los jugadores se entrenen para actuar en dos posiciones, porque nunca se sabe lo que puede pasar durante un partido’. Dicho y hecho: recibimos una tarjeta roja y supe de inmediato que tenía que bajar del mediocampo al lateral. Lo hice bien en esa demarcación, y el mérito es del seleccionador, que me había preparado muy bien para esa eventualidad”.

“Me habría dado por satisfecho si hubiésemos hecho las maletas para volver a casa después del partido contra Suecia. Tenía la impresión de que habíamos dejado huella en el Mundial. Sabía perfectamente que mucha gente esperaba que fuésemos a Alemania y que nos vapuleasen. Pero demostramos que no nos habíamos clasificado por casualidad”.

“Tuvimos la mala suerte de perder los siguientes partidos, porque jugamos bastante bien. Pero, siendo franco, no cambiaría aquel Mundial por nada. He sido afortunado, y he tenido una buena carrera, pero aquello fue el punto culminante, sin ninguna duda”.

Una nueva generación Y la gran esperanza de Edwards es que esa experiencia única y tan gratificante pueda ser emulada ahora por otra generación de futbolistas trinitenses. También confía en que llegue más pronto que tarde, ya que la generación de 2016 de los Guerreros Soca todavía no sabe lo que es perder y aventaja en tres puntos a Estados Unidos en su liguilla de la cuarta ronda de la competición preliminar de Rusia 2018.

“Creo que este equipo tiene lo necesario para lograr la clasificación”, señala. “Cuenta con un gran entrenador , como nosotros en 2006. Veo auténticos progresos”.

Edwards jugó todos los minutos de la campaña del equipo en Alemania 2006, pero ahora, a sus 37 años, no alberga ya expectativas de participar dentro de dos veranos. No obstante, con la experiencia de 86 partidos oficiales con el combinado nacional y después de distinguirse en Inglaterra con conjuntos como el Sunderland y el Ipswich Town, manifiesta sin ningún problema que sigue estando disponible.

“Para ser sincero, creo que mi época ya ha pasado, pero si el entrenador me necesita siempre estaré aquí”, afirma el veterano del Millwall. “No creo que yo les haga falta, porque los chicos están haciendo un trabajo estupendo. Pero si él piensa que puedo ayudar en cualquier momento, nunca le diría que no a mi país. Estaría dispuesto a echar una mano de la forma que fuese”.

“También acabo de empezar a prepararme para ser entrenador, ya estoy pensando en la siguiente fase de mi carrera. Pero todavía me siento bien, sigo disfrutando de mi fútbol y ojalá pueda seguir jugando un par de años más. Si no es así, podré irme sabiendo que lo intenté de verdad, y llevándome muchos grandes recuerdos”, concluye.