Miguel Lloyd y Junior Fajardo dejaron la cancha para servir como voluntarios en Santiago de los Caballeros
Ambos buscan que esta Copa Mundial impulse a las futuras generaciones
Fajardo: “Siempre me ha gustado el fútbol. Es mi vida, mi pasión”
En República Dominicana, el fútbol es una fiebre reciente. Aquí, donde el béisbol marca el ritmo, Lloyd, un portero reconocido, y Fajardo, un árbitro de oficio, no solo disfrutan de la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA en su país, sino que honran su amor por la pelota desde el voluntariado.
Miguel Lloyd es conocido en el país caribeño. Guardameta del Cibao FC y miembro de la selección nacional, es alto, de gestos firmes, ojos atentos. En la cancha, su papel es claro: evitar goles, leer las jugadas, pensar siempre un segundo antes que los demás.
Pero esta vez, desde el voluntariado, Miguel ha decidido hacer algo distinto: colaborar detrás del telón de un Mundial y probar otra mirada. “Lo que más me llamó la atención fue la oportunidad de tener una Copa Mundial en nuestro país. Para mí, eso es motivo de orgullo”.
Cuando Miguel decidió ser voluntario, sabía que su lugar ya no estaría en el campo, entre los tres palos y los once rivales, sino en un espacio mucho menos glamuroso. “Como jugador, siempre estás enfocado en el juego; pero detrás de todo eso, hay muchas cosas que no se ven”, reflexiona. Ahí, en el trasfondo de un evento mundial, Miguel se sumerge en un rol fundamental: tecnología e innovación.
Su tarea es ayudar a que todo lo que hace posible la magia del partido, esté en su sitio: las cámaras, el audio de los árbitros, la señal entre los bancos de los equipos y la cancha.
“Llego temprano, alrededor de las once de la mañana, y reviso que todo esté funcionando bien”, explica. No hay adrenalina aquí, no hay público ni ecos que resuenen en sus manos al atajar un balón. Lo que hay es mucha dedicación y el profundo deseo de aprender. “Lo que más disfruto es aprender todo lo que implica un partido de fútbol y conocer personas nuevas. Hay mucha gente de otros países aquí que me ha tratado muy bien, y yo también los trato con respeto y sigo aprendiendo”.
Los voluntarios en números
Voluntarios apoyando en las dos ciudades anfitrionas: Santo Domingo y Santiago de los Caballeros.
Voluntarios de nacionalidad dominicana. El resto son extranjeros.
Los años del voluntario con más edad.
El número de roles que desempeñan los 188 voluntarios de Santo Domingo.
El número de roles que desempeñan los 156 voluntarios de Santiago de los Caballeros.
El voluntariado como rehabilitación
Por otro lado, está Junior Fajardo. Árbitro y dueño de un pequeño taller de tapicería de autos. Hace solo un mes sufrió un derrame cerebral. Ahora, contra todo pronóstico, se encuentra en Santiago de los Caballeros como voluntario.
“Ese día me levanté a las nueve de la mañana, me despedí de mi esposa diciendo: ‘Amor, ya me voy al trabajo’”, cuenta, y hace una pausa, sintiendo toda la vorágine de emociones que le causa recordar aquel día. “Después, alrededor de las diez de la noche, desperté en la clínica sin saber qué había pasado”.
Lo que Junior no recuerda, lo suple con la narración de su esposa: “Me dijo que, después de despedirme de ella, tuve como un ataque epiléptico. Ella llamó al 911, vinieron los paramédicos y me llevaron al hospital”.
Un mes después, tras un diagnóstico que le pedía reposo y limitaba sus movimientos, Junior decidió ponerse la camiseta de voluntario. Su familia no estaba convencida. Pero él insistió, habló con el doctor y le explicó que su tarea sería tranquila. “Le conté qué tareas haría como voluntario y me dijo que estaba bien, que no había problema, que esto incluso serviría como terapia para mi cerebro”.
“Siempre me ha gustado el fútbol. Es mi vida, mi pasión, lo que amo”, dice Junior, explicando una vida de dedicación a la pelota. “El fútbol me ha dado tanto que decidí retribuir un poco ofreciendo mi tiempo como voluntario para esta Copa Mundial”.
Para Miguel, el compromiso fue un asunto de mucho orgullo, de saber que cada minuto que pasa dentro de este evento es una contribución a algo más grande. “Estoy disfrutando mucho, vivir una Copa Mundial en nuestro país es algo muy especial, aunque algunos le resten importancia porque es una Copa Mundial Femenina Sub-17, pero para mí es tan importante como una Copa Mundial absoluta”.
La esperanza en los nuevos sueños
Lo que ambos han encontrado en este torneo es más que un espacio donde ofrecer su tiempo; es una oportunidad para sembrar algo que trasciende su propia trayectoria.
“Esta Copa Mundial tendrá un gran impacto. Esto hará que más niñas se interesen en el deporte y también que más personas aquí en República Dominicana se interesen en ver el deporte”, reflexiona Miguel, mirando hacia el futuro con esa esperanza de quien ya ha visto de cerca los sueños convertirse en realidad.
Para Junior, esta experiencia es también una forma de comenzar a retomar el ritmo después de su problema de salud, porque aunque el cuerpo a veces traicione, su estado de ánimo está intacto. “Comencé trabajando en la parte de acreditaciones, y, conforme avanzó el torneo y ya no había tanto trabajo ahí, me asignan donde más necesitan ayuda cada día”, dice con una sonrisa.
En esa cancha, donde ambos juegan desde un ángulo nuevo, Miguel y Junior han encontrado una forma de honrar al fútbol. Lo hacen con esa entrega callada, con la misma pasión que pone un arquero bajo los tres palos o un árbitro al soplar el silbato. Lo hacen porque el fútbol, al final, es mucho más que un juego; para ellos, es su gran historia de vida.