El serbio ha dirigido cinco selecciones de tres continentes distintos
Arrancó su carrera en México, dirigiendo a los Pumas de la UNAM
"Para mí no hay nada como la Copa Mundial", confesó
Basta una hora, o incluso un minuto, con Bora Milutinovic para darse cuenta inmediatamente de su pasión por la gente y por el deporte más popular del planeta. "Se llama deporte rey por un motivo y mi récord de la Copa Mundial es más que un récord para mí", declaró a FIFA.com el técnico, de 72 años.
¿Cuál es su récord? El haber guiado hasta la Copa Mundial de la FIFA™ de manera consecutiva a cinco selecciones diferentes de tres continentes distintos, una plusmarca que se antoja difícil de batir ya que el brasileño Carlos Alberto Parreira alcanzó la misma cantidad de copas pero no en fila.
"Es mi vida y un grandísimo honor como ser humano", dijo el serbio.
El técnicoBora, nacido Velibor Milutinovic en la antigua Yugoslavia, actual Serbia, se quedó huérfano a una edad muy temprana, justo cuando la Segunda Guerra Mundial daba sus últimos coletazos. En ese contexto surgió en él la pasión por el fútbol.
Elegante mediocampista, jugó seis años en los comienzos de la década de 1960 en el Partizan de Belgrado, hasta que le picó el gusanillo de ver mundo y entonces todo cambió.Para cuando colgó las botas, en 1976, ya había pasado por siete clubes en diez años y se había trasladado de Yugoslavia a Suiza y de ahí a Francia para terminar en México.
Y así sigue, casi seis décadas después, siempre con las maletas preparadas.
El récordComo técnico arrancó en México. Allí se puso al frente de los Pumas de la UNAM entre 1977 y 1983. Esa experiencia derivó en su primera participación en la Copa Mundial. Como seleccionador de México le tocó lidiar con las ilusorias expectativas del país en su segunda ocasión como anfitrión del certamen, en 1986, donde condujo a los suyos hasta los cuartos de final.
En 1990 Milutinovic viajó a Italia con Costa Rica, entonces una desconocida. Formó un estrecho vínculo con sus hombres, pese a que solo dispuso de 90 días para preparar el certamen, y sus victorias contra Escocia y Suecia les permitieron pasar a la ronda eliminatoria, un logro inimaginable.
Ese resultado llamó la atención del poderoso vecino del norte, Estados Unidos. Así, tomó el timón de un combinado que acababa de regresar a la escena mundial en 1990 tras 40 años de ausencia. Conformó un equipo capaz de competir que se clasificó para la segunda ronda con el memorable triunfo frente a Colombia (el primero de las Barras y Estrellas en la Copa Mundial en 50 años).
Su leyenda crecía imparable. Repitió en 1998 con una Nigeria plagada de estrellas que se proclamó campeona de grupo tras derrotar a España antes de quedar eliminada en octavos por Dinamarca.
El serbio cerró su periplo en la Copa Mundial en 2002 con China. Aunque incluso para él, conducir a los asiáticos hasta la segunda fase fue mucho pedir. Con todo, sigue siendo un héroe del fútbol para los aficionados chinos, porque es el único que ha logrado clasificar a los Dragones para la gran fiesta del deporte rey. Hay incluso una estatua suya en la provincia de Liaoning que domina el paisaje como un guardián.
Así lo recuerda el protagonista"Para mí todo se funde en un gran honor y una gran experiencia que nunca podré olvidar. De México a China, mis recuerdos son profundos y significativos. Siempre hubo diferencias entre trabajos y países. Los problemas a los que se enfrentaron los jugadores de Costa Rica en 1990 no eran los mismos que los de China en 2002 o Nigeria cuando estuve allí. Pero la belleza del fútbol es que es igual, de una manera muy significativa, en todo el mundo. Para mí, en mi corazón, el fútbol es el mismo vayas donde vayas".
"Lo primero, ya se trate de Estados Unidos o México, es que el equipo tenga confianza. Tienen que creer en sí mismos. Eso resultó difícil en lugares como Estados Unidos y México en aquellos años, y en Costa Rica y China también. Mi trabajo consistió en que los jugadores creyeran y cuando lo hicieron, jugaron con confianza y la gente del país y en las tribunas empezó a creer también".
"Para mí no hay nada como la Copa Mundial. Llevar a una selección a lo más alto, a ese nivel, no hay otra sensación igual en el mundo. A veces pienso en ello, pienso en que he guiado a tantas selecciones hasta la Copa Mundial y simplemente haber participado en tantas Copas Mundiales, casi no me lo creo. Aún me parece un sueño. Siempre me parecerá un sueño y yo siempre estaré agradecido por haberlo vivido".