Henningsvær es un pueblecito pesquero de las islas Lofoten, en Noruega
Tiene una cancha de fútbol célebre en todo el globo por su marco incomparable
Con el sol de medianoche estival los jóvenes pueden jugar las 24 horas del día
La fascinante cancha de fútbol de Henningsvær es famosa en todo el mundo.
Quienes tienen la suerte de jugar en ella pueden impregnarse del olor de la brisa marina, y también del pescado, por estar rodeada de agua y de interminables filas de cajas de bacalao en salazón. El impacto de las botas al golpear el balón, las palabras malsonantes y los gritos de ánimo también se confunden con los sonidos de las aves y el romper de las olas contra las rocas cercanas.
Para el resto del mundo, es simplemente una vista cautivadora: la del contraste entre el campo verde y plano y la piedra, el mar y las majestuosas montañas que lo rodean, convertida en una perfección estética que muchos describen como “el estadio de fútbol más bello del mundo”.
Aun así, hay quien cuestiona, no sin cierta razón, que se trate en realidad de un estadio, al carecer de asientos y de gradas. Pero nadie duda de su hermosura.
De hecho, este fotogénico campo de fútbol se ha convertido en una atracción turística por derecho propio y en el principal atractivo de un pueblecito pesquero ya de por sí pintoresco.
Henningsvær, con una superficie de apenas 0,3 kilómetros cuadrados y solo 510 habitantes, abarca varias pequeñas islas del archipiélago de Lofoten. Antes de que se construyese el campo nivelando el lecho de roca de la parte meridional de la isla de Hellandsøya, su elemento más destacado era la iglesia parroquial.
Pero ya no. Hoy en día, el fútbol ha sustituido a la pesca como actividad con la que más se asocia a Henningsvær, y no solo atrae a la zona a turistas, fotógrafos y pilotos de drones.
Fútbol en Henningsvaer
Una compañía importante la utilizó para grabar un anuncio previo a la Liga de Campeones de la UEFA, mientras que la propia UEFA lo eligió como uno de los 13 lugares singulares de la campaña de vídeo “PlayAnywhere” (entre los que también figuraba, por cierto, la isla escocesa de Eriskay, de la que ya hablamos en nuestra serie “El Juego Global”).
Ada Hegerberg, estrella del Lyon, acompañó al freestyler Liv Cooke en una grabación en su país natal. E incluso a ella le impactó jugar en “un paisaje tan imponente”.
El encanto del terreno de juego de Henningsvær atrae pues a empresas, organismos continentales y visitantes particulares, pero también tiene una finalidad más común y estimulante. Los jóvenes de la localidad, chicos y chicas, se entrenan y juegan juntos en él, y es asimismo, junto a la cercana sede del club, un punto de encuentro de toda la comunidad.
“Es muy divertido verlo, porque los adultos también se dan cita en la cancha, para beber café y ver jugar a los equipos”, explica el hostelero Ragnar Palsson. “Se utiliza mucho. En verano, ¡casi las 24 horas del día!”.
Se han instalado focos para permitir jugar también por las noches y durante los fríos y oscuros meses de invierno, aunque lo que más propicia los partidillos informales de madrugada es el fenómeno estival del sol de medianoche.
“Es muy lindo, porque hay luz las 24 horas del día, toda la semana”, afirma Sara Kaspersen, una de las jugadoras locales. “Así los jóvenes podemos quedarnos hasta tarde, a veces vamos al campo a las 2 de la mañana para jugar al fútbol”.
Ya sea de día o de noche, y en cualquier estación, no cabe duda de que son pocos los lugares que ofrecen la oportunidad de practicar el deporte rey en un entorno de tanta belleza.