El fútbol es una parte muy importante de la vida en la isla escocesa de Eriskay
Su cancha adquirió notoriedad tras aparecer en el Museo de la FIFA
El entrenador-jugador del Eriskay FC nos habla de cómo mantiene el equipo a flote
A menudo oímos que perfección equivale a belleza. Pensemos en los científicos que afirman que las caras simétricas son las más atractivas, o en los impecables y cuidadísimos terrenos de juego que se han convertido en habituales en el fútbol actual. Y sin embargo, las imperfecciones también pueden ser hermosas. La prueba definitiva se encuentra en una cancha llena de baches y desniveles en una diminuta isla escocesa.
Hasta hace poco, Eriskay, con una población de menos de 150 habitantes, era conocida por su papel en la célebre película de 1949 Whisky a gogó, que contaba la historia real de cómo los isleños salvaron miles de cajas del preciado licor escocés de un carguero encallado, y el divertido tira y afloja posterior con las autoridades aduaneras.
El único pub de Eriskay se llama como aquel fatídico navío, SS Politician, un nombre que también aparece en las camisetas del club de fútbol local. Ese club, y la cancha en la que juega, se han convertido en los últimos años en el segundo salto a la fama de la isla. Y aunque el paraje en el que se encuentra es espectacular, el terreno de juego en sí no es lo que se dice un ejemplo de perfección. Así lo admite el propio entrenador-jugador del Eriskay FC.
Ovejas, vacas y un córner defectuoso
"Los equipos rivales siempre se quejan", cuenta a FIFA.com Shaun MacKinnon. "Y es cierto que no es precisamente un jardín. Tiene baches y hay una pequeña elevación en una esquina, y una mitad está más alta que la otra. También hay ovejas, caballos y vacas pastando por ahí, que a menudo usan la cancha como baño, así que hay bastante porquería que limpiar. Tal y como está ahora, es mejor no verlo".
"Además, está justo al lado del agua, expuesto a todos los elementos, así que hay mucho viento y a veces es difícil jugar al fútbol. Tienes que adaptar tu manera de jugar. ¡Aquí no hay posibilidad de tiki-taka ni nada de eso, por descontado!".
"Nuestra temporada va desde finales de marzo hasta septiembre, de modo que este año se ha cancelado todo por las restricciones de la COVID. Jugar en ese campo en invierno es imposible. La mitad inferior está completamente anegada y no hay las suficientes horas de luz o sol para permitir que se seque".
"Pero ahora se ha convertido en una especie de atracción turística. Ha venido mucha gente a hacer fotos del terreno y a filmar y salimos en televisión y en algunos periódicos. Ha sido algo muy positivo para una isla tan pequeña como esta".
El fútbol, clave para la vida de la comunidad
La FIFA, o más específicamente, el Museo del Fútbol Mundial de la FIFA, desempeñó un papel tan importante como inverosímil en el súbito protagonismo del Eriskay FC. La llamada de Zúrich llegó en 2015, cuando el museo seleccionó la isla para su exhibición "Planeta Fútbol", en la que se mostraban secuencias del equipo y su accidentada cancha junto a fotografías de fútbol tomadas en varias localizaciones, tremendamente diferentes entre sí, desde el desierto de Marruecos a una playa de Brasil.
"Ha supuesto un espaldarazo para este lugar", asevera MacKinnon. "¿Ha hecho que la isla se sienta más orgullosa del equipo?. No, porque eso siempre ha estado ahí. Está arraigado desde el momento en el que puedes patear una pelota".
"Lo curioso del fútbol en un sitio como este es que importa más que en tierra firme. Viví en Glasgow unos años y jugué allí como aficionado y simplemente era un pasatiempo. Aquí representas a tu isla y el equipo es una parte muy importante de la comunidad".
Un futuro incierto
Lamentablemente, y pese a que el Eriskay FC existe desde finales de la década de 1950, manteniendo ese lugar tan especial en la vida de la isla, su futuro no está ni mucho menos asegurado.
Lo escaso de su población y una alineación muy veterana han puesto a la formación en desventaja a la hora de competir con equipos de islas vecinas, más grandes. No obstante, ahora mismo el principal desafío al que se enfrenta MacKinnon es sencillamente encontrar los suficientes jugadores para preservar el fútbol en Eriskay para las generaciones vendieras.
"A veces no es fácil juntar a 11", admite. "Si podemos conseguir 13 para un partido, soy muy feliz. Cuando termine como entrenador, no se me juzgará por el éxito del equipo, sino por los años que lo he mantenido a flote. Ese es el gran reto, y cada vez es más difícil porque hay muy pocos jóvenes".
"Por desgracia, si las cosas no cambian, yo mismo podría ver al equipo echar el cierre en pocos años. Y eso sería una gran pérdida para la isla. Haremos todo lo posible para que eso no pase".
Todos los que aman el fútbol, o admiran la belleza imperfecta, desearán todo el éxito del mundo a MacKinnon. Y dado que el fútbol ha contribuido a poner en el mapa a Eriskay, sería una verdadera pena ver desaparecer tanto el deporte en sí mismo, como esa llamativa cancha que tanto está dando que hablar.