La primera Copa Mundial Femenina de la FIFA tuvo lugar en la RP China en 1991
Pia Sundhage inspiró a Suecia para llevarse el bronce allí hace exactamente 30 años
La actual seleccionadora de Brasil habla de esa experiencia y de las mejores jugadoras que ha visto jamás
Fueron dos frases que resonaron con fuerza en un pasillo de Guangzhou hace exactamente 30 años. Quien las pronunció probablemente no se acuerde. Pero Pia Sundhage recuerda ese momento con todo lujo de detalles, como si fuese ayer. La ropa que llevaba, cómo estaba sentada… todo.
"Hay una gran diferencia entre ganar y perder este partido", clamó el máximoresponsable de la delegación sueca. "Os iréis a casa con una medalla o sin nada".
La trascendencia del partido por el tercer puesto caló inmediatamente en las allí presentes. Pia estaba totalmente resuelta a llevarse a casa una medalla de la edición inaugural de la Copa Mundial Femenina de la FIFA™. Y lo hizo. La delantera adornó con un gol una sublime actuación individual, contribuyendo a que Suecia aplastase a Alemania por 4-0.
Pia ha hablado con la FIFA de su experiencia en China 1991 y de las mejores jugadoras que ha visto en toda su vida.
FIFA: ¿Cuál fue su reacción cuando oyó que la FIFA organizaría el primer Mundial Femenino?
Pia Sundhage: Oímos los rumores y, cuando lo anunciaron, todas dijimos: "Ya era hora". Cuando se celebró el Mundial yo tenía 31 años. Llevaba jugando desde los 15, soñando constantemente con competir contra las mejores selecciones del mundo. Así que para mí fue un hito histórico, una especie de reconocimiento. Fue muy emocionante.
En el Suecia-Brasil de la fase de grupos estaba en juego un puesto en los cuartos de final. ¿Qué le parecían las brasileñas Roseli y Pretinha?
Por entonces, cuando hablabas de Brasil –y sigue siendo así–, se trataba de jugadoras magníficas técnicamente. Eran jugadoras muy buenas. Pretinha también era una gran goleadora. Estuvo muy bien verlas jugar en el Mundial.
Usted marcó el gol que encarriló la victoria que eliminó a la Seleção. Como actual seleccionadora de Brasil, ¿cómo se siente al respecto?
[Risas]. ¡Tengo que tener cuidado aquí! [risas]. Hablando en serio, Brasil siempre ha sido especial para mí. Cuando era niña, quería ser futbolista. Se suponía que las chicas no debían jugar al fútbol, pero yo me llamaba a mí misma Pelé, Cruyff, Beckenbauer... Me gustaba mucho autodenominarme "Pelé"; "Pia" y "Pelé"… me parecía que sonaban parecido. Y Pelé era el mejor jugador del mundo. Sí, yo marqué contra Brasil en ese partido pero también recuerdo que perdimos contra Brasil cuatro años después. Luego me he enfrentado a las brasileñas varias veces como seleccionadora del combinado rival, y siempre ha sido especial.
En los cuartos de final, Suecia jugó contra la selección anfitriona, China, ante 55.000 espectadores. ¿Cómo fue la experiencia?
Nunca había vivido nada semejante en mi vida. Tanta gente, tantas cámaras… Gunilla Paijkull, nuestra seleccionadora, nos preparó para ello de un modo muy diferente. Estábamos deseando jugar contra las mejores. China era una de las mejores selecciones, y ganamos. Fue un ambiente increíble y un día muy especial.
El partido por el tercer puesto resultó perfecto para Suecia. Usted marcó, el equipo venció a Alemania por 4-0 y todas os llevasteis a casa una medalla de bronce. ¿Cómo se sintió ese día?
Me acuerdo muy bien de ese día. Alemania también era una selección muy buena, como refleja todo lo que consiguió posteriormente. Es curioso, pero lo recuerdo con una gran nitidez. Estábamos sentadas en el pasillo, y el secretario general –lo que hoy probablemente se consideraría "el presidente"– nos habló. No era una reunión; fue algo espontáneo. Recuerdo exactamente dónde estaba sentada, cómo estaba sentada, dónde estaban todas... Nos dijo: "Hay una gran diferencia entre ganar y perder este partido. Os iréis a casa con una medalla o sin nada". Quisimos de veras hacerlo lo mejor posible. Ganar por 4-0 fue sencillamente fantástico, y logramos irnos a casa con una medalla.
Estados Unidos derrotó a Noruega en la final. ¿Qué le parecía aquella selección estadounidense?
No sabíamos mucho de Estados Unidos por entonces. Tres años antes fuimos a Estados Unidos para jugar contra ellas y [desde entonces], lógicamente, habían mejorado mucho y se habían preparado muy bien. A quien siempre recuerdo es a Michelle Akers-Stahl; era increíble… Era muy buena en el juego aéreo. También me acuerdo de April Heinrichs, que luego se convirtió en una entrenadora tan estupenda… Puedo decirle que también era una jugadora fantástica. Luego estaban Julie Foudy y las demás chicas... recuerdo que tenían un mediocampo muy potente. Conocíamos muy bien a Noruega por la Eurocopa Femenina, pero estuvo genial ver a Estados Unidos. Sus jugadoras siempre se iban hacia arriba. Era una selección muy buena, con un juego de alta calidad.
¿Y fuera del campo? ¿Tiene algún recuerdo especial del Mundial de 1991?
Sí, de cuando íbamos a comer. Había un olor al que no estaba acostumbrada. Estaban todos esos tipos diferentes de arroz y de comida. Recuerdo que había una piscina fuera. Era muy importante hacer ambas cosas: relajarse fuera del restaurante, y luego comer bien dentro. Por entonces no teníamos cocineros propios, así que tenías que hacer todo lo posible para comer lo mejor que pudieras. Recuerdo que comí mucho arroz [risas]. Era complicado; se trataba de una cultura diferente. Recuerde que por entonces no viajábamos tanto, no teníamos Internet… En realidad no sabíamos mucho de China. En resumen, diré que era muy diferente.
¿Todavía mantiene el contacto con sus compañeras de selección de 1991?
Con algunas de ellas sí. Con Elisabeth Leidinge, la guardameta. Es entrenadora de porteras, y ha trabajado para la Federación Sueca de Fútbol, al igual que yo. También Anette Hansson, la líbero de los viejos tiempos. En realidad era periodista entonces… O con Anneli Andelen, que actualmente está metida en política en Suecia, y entonces era delantera.
En toda su carrera como jugadora y entrenadora, ¿quiénes han sido las mejores jugadoras que ha visto?
Es una pregunta complicada. Si empiezo por cuando jugaba, diría que Michelle Akers es una de ellas. Como entrenadora, entrené a Victoria Svensson cuando era una niña. Maren Meinert me planteó muchas dificultades por su forma de jugar. Tengo que mencionar a Abby Wambach, también a Lotta Schelin; tengo que mencionar a Megan Rapinoe y Carli Lloyd –ellas iniciaron sus carreras conmigo–. Hay muchísimas grandes jugadoras estadounidenses. Y ahora [con voz emocionada] estoy entrenando a Marta. Estoy orgullosísima de ello. Creo que si vuelve a hacerme esta pregunta en un par de años, mi respuesta será: Marta. ¿La mejor capitana? Christie Rampone; tanto dentro como fuera del campo era la mejor. ¿La mejor portera? Elisabeth Leidinge, pero también Hope Solo.