martes 07 junio 2016, 08:54

Lippi: "Era nuestro turno"

Habían pasado ya 24 años desde que Italia levantó la Copa Mundial de la FIFA™ por última vez en España 1982. El 8 de julio de 2006 sólo dos cosas separaban a la Azzurra de volver a reinar en el planeta fútbol: una larga noche en Berlín y la selección francesa.

“Aquella noche dormí bien”, confiesa Marcello Lippi, entonces seleccionador de Italia, a FIFA TV. “Me fumé un cigarro en la terraza y luego me fui a la cama; no tuve problemas. Había algunos jugadores que no podían dormir, como Pirlo. Otros, como Buffon o Gattuso, se fumaron un par de cigarros para tranquilizarse, pero ninguno de ellos tuvo repercusión alguna en la cancha”, agrega el nacido en Viareggio hace 68 años.

Un camino bien planificado La suerte los acomodó en el Grupo E de la Copa Mundial de la FIFA Alemania 2006™, donde compartieron aspiraciones con Ghana, Estados Unidos y República Checa. En su primer partido derrotaron a los africanos con anotaciones de Andrea Pirlo y Vincenzo Iaquinta. Sin embargo, en su segundo duelo dividieron honores frente a los norteamericanos, dejando en suspenso la definición del primer lugar del sector y un posible duelo ante Brasil en octavos de final.

“Generalmente un entrenador tiene que decirle a los jugadores: 'Miren, muchachos, este partido es importante porque podemos evitar este o aquel equipo'. Un par de días antes yo llegué y les dije que era un juego vital ante República Checa porque si quedábamos en el primer lugar del grupo evitábamos a Brasil. Y gracias a esto, y por un par de circunstancias más, tuvimos un camino más sencillo hacia las semifinales contra Alemania”, rememora Lippi, quien dirigió a Italia en Alemania 2006 y Sudáfrica 2010.

Una de las características de aquella Italia fue la unión y solidez no sólo en la cancha, sino también más allá del terreno de juego. “Hubo un gran sentido de la participación y actitud por parte de todos. No hubo problemas con ninguno. Decía 'Totti, hoy descansas', y él me respondía: 'No hay problema, entrenador; estoy a su disposición'. O 'Toni, hoy jugamos con Gilardino', y también respondía que no había problema”, confiesa sobre el gran vestuario azzurro.

Superado Australia en octavos y Ucrania en cuartos de final, el anfitrión Alemania esperaba en una fortaleza llamada Dortmund. “En la historia del fútobl alemán jamás habían perdido en Dortmund. Había 75.000 espectadores; 70.000 eran alemanes y sólo 5.000 italianos. Pero salimos a la cancha e hicimos una gran actuación mostrando una fantástica personalidad y autoridad”, relata.

Todo o nada El encuentro terminó sin goles y hubo que disputar alargue. Entonces Lippi se arriesgó a jugar los tiempos extras con cuatro delanteros. “Ya no pasaba nada en el medio campo. En ese punto era la delantera contra la defensa. Nuestra defensa no estaba dejando pasar nada. Teníamos a Buffon, Zambrotta, Cannavaro, Materazzi; todos protegidos adelante por Gattuso. No pasaba nadie. Si recuerdan, en el tiempo extra Gilardino tiró al poste una vez y Zambrotta también le pegó al travesaño. Tuvimos dos o tres oportunidades; ahí fue cuando empezamos a creer que ganaríamos el Mundial”, se sincera.

El último peldaño a la gloria era Francia. Los noventa minutos también corrieron con el marcador igualado, aunque ahora no se rompió la paridad en la media hora extra. Hubo que recurrir a los penales, escena ya vivida ante Les Blues.

“Francia nos ganó en 1998 en penales. También nos ganaron en la final de la Eurocopa de Bélgica y Países Bajos en 2000, cuando nos empataron a diez segundos del final, no diez minutos... ¡diez segundos! y luego nos vencieron con el gol de oro de Trezeguet. Esta vez, dije 'es nuestro turno; esta vez vamos a ganar nosotros'”.

Y así fue. Trezeguet, verdugo seis años antes, fue el único que falló. Entonces, Fabio Grosso fue el encargado de anotar el penal que significó el cuarto campeonato mundial en la historia de Italia. Las cámaras enfocaron el furor de los jugadores, luego buscaron la emoción en el área técnica, pero Marcello Lippi no estaba ahí.

“Cuando gané con la Juventus la Champions League ante el Ajax en Roma, me quité los lentes y los guardé en el bolsillo del pecho y empecé a correr hacia los jugadores. Cuando estaba corriendo los lentes se cayeron. Cuando Grosso anotó el penal que nos hizo campeones, regresé a la banca para guardar mis lentes en su estuche, me levanté de nuevo y ya fui a celebrar. Parece imposible, todos me preguntan ahora sobre por qué lo hice y les respondo: 'Fue para salvar mis lentes'. Ahora, esos lentes famosos están en el Museo de la FIFA”, finaliza.