sábado 19 noviembre 2016, 09:33

La centrocampista y su fan número uno

Los jóvenes que dan sus primeros pasos en el fútbol suelen inspirarse en sus padres. Ese ha sido el caso de la centrocampista internacional neozelandesa Daisy Cleverley, que sigue teniendo a su progenitor como referencia.

Su padre, Bart, es un apasionado por el deporte rey y ya ha viajado por todo el globo para verla actuar en numerosos torneos de élite. Pero, por una vez, el plantel y los hinchas neozelandeses no han tenido que recorrer una gran distancia. En esta ocasión, apenas las dos horas de vuelo hacia el norte que separan su país de Papúa Nueva Guinea, con motivo de la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA.

Esta historia empezó hará unos 15 años, en los verdes campos de los suburbios de Auckland, cuando la muchacha vestía unas espinilleras y una camiseta que le quedaban grandes. Ahora, la odisea futbolística de Daisy Cleverley la ha llevado a actuar nada menos que en cinco torneos de la FIFA, entre ellos la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2015™, con 19 años.

FIFA.com ha entrevistado a Daisy y a Bart, que nos cuentan los entresijos de la trayectoria de la joven hasta llegar a lo más alto, además de hablar de las experiencias de Nueva Zelanda en Papúa Nueva Guinea 2016.

Daisy, la victoria sobre Ghana en el último minuto del primer partido habrá generado entusiasmo en el plantel...Después del partido lo pasamos muy bien, cantamos y bailamos mucho. Estábamos contentísimas por ganar nuestro primer partido y ser líderes de la liguilla, puede que sea la primera vez que lo conseguimos. ¡Es algo para recordar!

¿Qué sintieron al conocer la noticia del terremoto del pasado lunes en Nueva Zelanda? ¿Ha distraído al equipo? Daisy:Una compañera es de la zona , y no queríamos decírselo. Quedamos conmocionadas, pero todo el mundo se alegró al saber que la gente estaba bien. Algunos familiares nuestros de Wellington fueron evacuados a la colina en plena noche, por la alerta de tsunami.

Volviendo la vista un poco más atrás. Bart, ¿tenía muchas ganas de ver a Daisy jugar al fútbol? Bart: En realidad era al revés. A los cinco años, ya le daba patadas a un balón aunque hubiese oscurecido. Fuimos al club local y allí empezó todo.

¿Recuerda el primer partido de Daisy? Bart: Sí, ¡porque yo era el entrenador! Daisy jugaba al fútbol con los chicos. Me acuerdo de que en el primer partido estaba parada, yo nunca le había enseñado nada, y de repente se hizo con el balón, se internó y marcó. Jugó al fútbol masculino hasta los 12 años. Myer Bevan estuvo en el equipo todo ese tiempo, y ahora es internacional sub-20 con Nueva Zelanda. Daisy era prácticamente la única chica de toda la competición. Fue una época linda, porque éramos un pequeño gran equipo, y yo el entrenador (risas).

Daisy, ¿has aprendido de tu padre en estos años? ¿Hay alguna pasión futbolística común? Daisy: Aún sigo aprendiendo de él. Me explica cosas constantemente. Después de los partidos, lo primero que me dice es que “debería ir más a por el balón”, o algo así. Hay veces que no me gusta y prefiero no oírlo, pero es evidente que ayuda. Es mi fan número uno. Bart: Siempre nos gusta trabajar los pases y las triangulaciones, ese tipo de cosas. Yo sigo al Barcelona, pero Daisy no ve mucho fútbol.

¿Daisy contó alguna vez lo que aspiraba a lograr en el fútbol? Bart: Pues no, Daisy siempre ha sido muy competitiva, aunque sin manifestarlo. Siempre está bien ubicada, va a por el balón, eso refleja ese aspecto competitivo de no querer perder. Daisy: Para mí, un momento memorable, y lo recuerdo perfectamente, fue cuando tendría unos nueve años, fuimos al parque y tú me dijiste: “Marta acaba de ganar el premio a la mejor jugadora del mundo”, a mí me pareció algo increíble, y pensé “¿Sabes? A lo mejor yo también lo consigo ”, fue un momento intenso.

¿Conservan algún recuerdo especial de aquella época? Bart:Cuando jugábamos eran todo chicos y Daisy en el medio. Recuerdo una vez que el entrenador de un equipo rival dijo: “A por ella, que es una chica”. Y un padre del otro equipo también dijo: “Tienen una chica, vamos a vapulearlos”. ¡Al final fue al revés!