Giustozzi, algo más que el talismán de futsal argentino
El pasado mes de octubre, la selección argentina de futsal obtuvo la Copa Intercontinental en Kuwait, su segundo título internacional en 2014. En el camino venció en semifinales a Brasil, obteniendo así su segunda victoria este año sobre la pentacampeona del mundo, aunque apenas la cuarta en un historial de 67 partidos.
Argentina no le ganaba a su clásico rival desde 2003, temporada en la que no sólo rompió el cascarón sino que también le ganó por partida doble. Lo curioso del caso es que los cuatro triunfos tienen un denominador común, uno con nombre y apellido: Diego Giustozzi.
"Mucha importancia no le doy", le dice sonriente a FIFA.com el hoy seleccionador albiceleste. "Sí me quedo con lo vivido en cada uno de esos momentos, aquellos como jugador y estos como técnico. Desde esta función trato de ganarles no de suerte, sino por el trabajo diario. Solo así podemos hacer que éstos fenómenos parezcan normales", agrega el entrenador de 36 años.
Luego de 15 campañas en el exterior, divididas entre las competitivas ligas de Italia y España, Giustozzi regresó a su país en 2013, cuando colgó las botas para tomar las riendas de la Albiceleste. En total, jugó tres Copas Mundiales de Futsal de la FIFA y vistió 80 veces la camiseta de la selección, por lo que también tiene en claro lo que es perder con Brasil.
"Yo me acuerdo más de las derrotas", aclara rápidamente quién fuera protagonista del 4-7 en la final de consolación del Mundial 2004. "Argentina es lo que es en parte por Brasil, ¡si nosotros aprendimos de ellos! Algunas fueron sufridas, por 10 goles de diferencia... Luego mejoramos y eran de 8 o 6, después de 2 y últimamente nos ganaban sufriendo. Ahora pudimos igualarnos y hasta superarlos. Brasil es el referente al nivel mundial, y nivel de números no sólo nos superan a nosotros, sino al resto del mundo".
La importancia del cómo Giustozzi marca una diferencia entre aquellas victorias de 2003 y éstas de 2014, dejando en claro en el proceso su manera de sentir el futsal y el estilo ofensivo que desea para su selección. "Yo soy un obsesivo del cómo", sentencia. "En la primera, en el Mundialito de Malasia, hicimos un buen primer tiempo pero en el segundo nos superaron, y con un gol de relativa suerte les ganamos 3-2", recuerda.
"En el segundo, por la Copa América, fue como aquel Argentina - Brasil de Italia 1990: nos mataron a pelotazos, pegaron tiros en los palos, nuestro arquero fue figura... Pero hicimos uno, los aguantamos y les ganamos tras dejarlos en cero creo que por primera vez en su historia. Estaba feliz, pero sabía que jugando así íbamos a perder más de los que íbamos a ganar", continúa.
"Las dos de este año fueron distintas ", recalca. "En la final de las Copas de las Naciones perdíamos 0-2, lo empatamos, puse a nuestro goleador como arquero-jugador y se los ganamos sobre la hora, ¡y en Brasil! Aunque es cierto que supimos aprovechar un momento raro de ellos, con cambios en el equipo y de entrenador, lo merecimos".
"El más lindo fue en Kuwait, porque fuimos mejores todo el partido. Incluso hicimos el 4-1 y nos defendimos durante 14 minutos con un jugador menos. No muchos van a ganarle así a Brasil, y menos por tres goles. Fue una gran satisfacción, sobre todo por aquellos que ahora se sienten identificados con esta selección que busca, que propone y que no se siente inferior a nadie".
Un cambio de mentalidad Si bien Argentina ya tiene un lugar de privilegio en el ámbito internacional, en parte por ser uno de los tres países que han disputado todas las Copas Mundiales realizadas hasta el momento, Giustozzi sabe que victorias así hacen alertan a los rivales. "No me preocupa. El objetivo ahora es la eliminatoria para el Mundial 2016. Si nosotros llegamos imponiendo miedo, mejor. Porque respeto nos tuvieron siempre, pero potencias como la misma Brasil, España, Rusia o Italia, siempre sabían que por más difícil que fuera, al final sacaban su partido para adelante. Hoy no creo que lo vean así, no tienen esa confianza y seguridad. Arrancar con esa carga psicológica es bueno".
La postura de Giustozzi marca un cambio de estilo con relación al futsal contragolpeador que proponía Argentina. "Desde mis primeras experiencias como entrenador y jugador en Italia quise que mis equipos fueran protagonistas. Tener la pelota, recuperarla lo antes posible, jugar cerca del arco contrario... Esta es mi verdad, aunque no la única", admite.
En su apuesta existe una regla clara. "No hay doble mensaje. Si yo quiero que el jugador no se sienta inferior, debo mostrarlo en el juego. Si le digo que es superior al rival pero le doy la pelota al otro 30 minutos o aguanto el resultado metido en mi arco, es un error", afirma antes de la despedida. "Yo asumo el rol de candidatos. Si nos piden resultados, es porque saben que podemos darlos. Está claro que no vamos a ganar todos los torneos y que llegarán las críticas, pero bienvenida sea esa presión. Asumo la responsabilidad de ganar títulos".