miércoles 06 abril 2016, 16:01

El fútbol ayuda a los emigrantes a conectar con su nuevo hogar

Cuando un niño refugiado o solicitante de asilo llega a un nuevo país ha de enfrentarse a un montón de obstáculos, como el idioma o las diferencias culturales, para poder relacionarse.

La organización suiza Raumfang lo sabe y ha recurrido a una herramienta inmejorable para facilitar la integración de los jóvenes emigrantes en la sociedad que ahora es su hogar: el fútbol. "Con 'Football Connects' ofrecemos a emigrantes de todo el país sesiones semanales de entrenamiento con técnicos profesionales", declaró Damien Hegg, el responsable del proyecto. "Además les damos la oportunidad de jugar en ligas y torneos organizados".

"Football Connects" ha organizado sesiones de entrenamiento para casi 250 chavales de entre 12 y 18 años de edad provenientes de países tan diversos como Eritrea, Afganistán o Siria. Las actividades se llevan a cabo en 12 localizaciones distintas, entre las que se encuentra la sede de la FIFA en Zúrich.

"El fútbol es básicamente el primer punto de contacto que tienen estos chicos con su nuevo país, y también es su idioma común", explicó Hegg para describir cómo el fútbol se erige en puente entre culturas para ayudar a los jóvenes emigrantes a aprender, entre otras cosas, una lengua. De hecho, durante el entrenamiento en la sede de la FIFA, varios niños hablaban ya alemán con fluidez.

"La educación es una parte fundamental del programa, porque el fútbol transmite muchos valores que se mantienen de por vida. Asimismo, la práctica regular contribuye a establecer una estructura en sus vidas; luego está el espíritu de equipo o la confianza en uno mismo que otorga un sentimiento de pertenencia. Todo esto les ayuda, por ejemplo, a la hora de aprender un idioma", añadió Hegg.

La sesión del martes contó con la presencia de la futbolista suiza y entrenadora voluntaria Stephanie Gobet, quien dedicó su tiempo a arbitrar un partidillo y a animar a dos chicas a participar en el entreno. "La mayoría de los que vienen son chicos, lo que es comprensible teniendo en cuenta que muchos provienen de un entorno en el que no resulta normal que una chica juegue al fútbol", apuntó Gobet mientras animaba a un par de niñas eritreas que, tras superar su timidez, se habían incorporado al entrenamiento. "No hay nada más gratificante que verlas vencer su resistencia y abandonar después la cancha con una gran sonrisa en la cara".

Después de todo, de lo que se trata es de provocar esas sonrisas, dentro y fuera del campo, sin importar las barreras que haya que romper para hacerlo. "El fútbol es una herramienta poderosa para ensanchar límites", concluyó Hegg. "Y lo más importante, conecta a las personas. Eso es lo que hacemos".