Paola, Karen y Miguel son voluntarios de la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA 2024™
Los Romero efectúan distintas funciones en El Campín de Bogotá
Los tres cuentan su experiencia y destacan lo que han aprendido durante el torneo
Sentados en una de las tribunas de estadio El Campín de Bogotá, Karen y Paola se ríen con ganas de una broma de Miguel. Los hermanos Romero disfrutan a pleno el hecho de atravesar juntos la experiencia de ser voluntarios de la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA Colombia 2024™.
Este es un caso único entre las 800 personas que componen el voluntariado del torneo. La pregunta obvia es: ¿cómo sucedió?
“La idea fue de Karen. Ella tuvo la iniciativa”, confirma Paola, la más grande con 32 años. Luego amplía: “A ella siempre le gustado el fútbol, como a nosotros, y el año pasado se inscribió para ser voluntaria en el Mundial Femenino, pero no se dio la oportunidad. Ahora le llegó el correo para ver si quería ser voluntaria para el Mundial Sub-20 en Colombia y, bueno, aquí estamos”.
La propia Karen, de 27, cuenta de dónde surgió aquel primer impulso vinculado a la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2023™. “Yo estudié mercado de moda, entonces me interesan los eventos, cómo se organizan desde el backstage… Me gustó saber cómo se organiza un Mundial desde atrás, y quisimos intentarlo”.
Convencerlos no resultó complicado, reconoce Miguel, de 25 años. “Solo nos dijo ‘las inscripciones están abiertas’, mandó los links y el resto es historia”.
El cariño por la pelota de los hermanos Romero surgió en la casa familiar que los vio crecer en Villavicencio, una ciudad ubicada a 110 kilómetros de Bogotá. Allí alentaban al Club Llaneros y, sobre todo, a la Selección Colombia.
La que más en serio se tomó lo de patear un balón fue Paola. “Yo jugué todo el tiempo en el colegio. Incluso formé parte de la selección del cole. Miguel también jugó, pero Karen no. Igual, le encanta ver fútbol”.
Durante el Mundial en Colombia, los voluntarios prestan apoyo en 16 áreas funcionales cumpliendo 21 funciones diferentes, ya sea en los estadios, en los hoteles oficiales, en los lugares de entrenamiento o en los aeropuertos.
En este contexto, los tres hermanos Romero miran con los ojos grandes bien abiertos todo lo pasa a su alrededor en El Campín, cada uno desde su tarea.
“Mi rol es en Competition Managment (Gestión de la Competencia). Nos encargamos de que los camerinos, tanto para las jugadoras como para las árbitras, tengan todo lo que necesitan; nos anticipamos a las aperturas de los partidos en cuanto a banderas, balones… todo lo que va antes para que los equipos estén bien”, dice Miguel, quien estudió una Maestría en Artes Escénicas.
“El mío es en MediaOperations and Services (Operaciones y Servicios de Medios). Nosotros estamos encargados de la prensa, de que estén donde tienen que estar, de que tengan las alineaciones, que todo funcione bien en la zona mixta… Todo lo que puedan necesitar”, comenta Karen.
La función de Paola, que estudió Administración de Empresas, es quizás menos operativa, pero igual de importante. “Yo soy Safeguarding (Salvaguardia). Estoy encargada de (observar) que se cumplan los derechos y valores, dentro y fuera de la cancha, con los voluntarios, con todos… Que todo se cumpla como debe ser”.
Los tres tienen claro lo importante que es este Mundial para el fútbol femenino del país, pero también para mostrar lo que Colombia tiene para ofrecer al mundo. Del mismo modo, no dudan al destacar que más les gusta de ser voluntario.
“Lo más lindo es tener la oportunidad de conocer mucha gente de todo el mundo, de conocer a las jugadoras y de conocer sus otras facetas, no solo lo que ves por televisión”, destaca Miguel.
Karen también elogia el hecho de convivir con diferentes culturas. “Todos tenemos la actitud de conocer cómo es el otro y de disfrutar del evento”.
Paola no solo se queda con ese cruce cultural: también resalta aquello de entender cómo es el detrás de escena de un Mundial. “Es muy lindo vivir esta experiencia que uno normalmente ve por televisión y ya. Aquí vemos el trasfondo, todo lo que uno debe hacer, que uno de verdad nunca se imagina”.