El Ejército Tartán, ansioso por vivir de nuevo un Mundial
Escocia regresará a un Mundial absoluto tras 21 años
Se espera que acudan miles de aficionados escoceses
FIFA.com ha hablado con un hincha deseoso de regresar a Francia
“Mi primer Mundial fue el de Francia 98. ¡Lo gracioso es que pensaba que le iban a seguir muchos! No acerté demasiado…”.
Stewart Mackinlay recuerda con una risa que no puede ocultar la decepción el ingenuo optimismo juvenil que le embargó en aquel momento. Este hincha de Dunfermline, que entonces tenía 19 años y ahora roza ya la cuarentena, no ha dejado de ser un fiel y aguerrido soldado de la infantería del Ejército Tartán, como se conoce a la afición escocesa.
El año pasado, por ejemplo, recorrió 4.000 kilómetros para animar a la selección absoluta masculina en Haifa y desplazarse luego a toda prisa hasta Kiev para ver en acción a los sub-21. Con todo, su devoción no tendría recompensa en forma de resultados, y los cuadros escoceses sufrieron sendas derrotas.
Esa ha sido la tónica del seguidor de un equipo incapaz de obtener el pase para ninguno de los diez grandes torneos celebrados desde 1998.
“Ha sido horrible”, admite Mackinlay. “Si alguien ha inventado una nueva manera de no conseguir la clasificación, ¡ha sido Escocia!”.
Pero, 21 años después de la aventura que vivió en Francia siendo aún adolescente, volverá a un Mundial, y en ese mismo país.
Esta vez Mackinlay -que asistió a todos los clasificatorios disputados en casa y viajó al Campeonato Femenino de la UEFA 2017- animará a la selección femenina escocesa en su primera cita mundialista, y lo hará junto a miles de compatriotas suyos.
“Para animar en la Eurocopa viajó muchísima gente a los Países Bajos, y creo que esta vez va a ir todavía más”, pronostica. “En los últimos años la afición no ha hecho más que aumentar, y también ha mejorado muchísimo la calidad de la selección escocesa, y del fútbol femenino en su conjunto”.
Si se ha echado de menos a los escoceses en los últimos grandes torneos no es solo por lo que aporten dentro de la cancha, sino también por el ambientazo que generan fuera.
Los periodistas de Francia 1998 eligieron a la escocesa como mejor afición de aquella prueba, y esos mismos hinchas -que obtuvieron a principios de la década siguiente el Premio a la Deportividad de la UEFA- siguieron formando amistades en las posteriores campañas clasificatorias, por infructuosas que resultasen.
“Nos hemos labrado una buena reputación y estamos orgullosos de ella”, apunta Mackinlay. “Bebemos mucho, ¡pero solemos ser unos borrachos contentos y amables! Y parece que siempre se nos recibe bien”.
“Las actividades benéficas de la iniciativa Tartan Army Sunshine Appeal también han ayudado mucho. En los medios locales aparecen habitualmente noticias de donativos a entidades benéficas en los países que visitamos, así que hay buena voluntad incluso antes de que lleguemos”.
Aun así, los hinchas de Escocia no han tenido en ningún sitio un recibimiento más caluroso que en Francia. Las dos naciones mantienen una amistad histórica, anterior incluso a la Auld Alliance, la antigua alianza del siglo XIII forjada para contrarrestar las invasiones inglesas, y el propio Mackinlay fue testigo de primera mano de ese cariño que perdura hasta nuestros días.
“En Francia siempre se nos ha recibido muy bien”, señala. “Muchas veces te encuentras con alguien que dice que no habla inglés, ¡y en cuanto oye Écosse o ve el escudo de Escocia se deshace en sonrisas y resulta que sí lo habla! Un amigo mío llegó a casarse con una camarera de Burdeos después del Mundial del 98. Lo echó del bar, al día siguiente él volvió para disculparse y al poco tiempo ya se habían comprometido. Hay muchas historias como esta”.
Mackinlay volvió a Francia después de 1998, al viajar en 2007 a París con otros 25.000 escoceses para asistir al famoso triunfo por 0-1 de los suyos. Raymond Domenech, entonces seleccionador de los Bleus, declararía: “Parece que su país se vació y vino entero a Francia, ¡y que todo mundo tenía entradas para el partido!”.
“De todos los años que llevo siguiendo a la selección, esa es la mejor victoria que he visto”, afirma Mackinlay. “De hecho, muchos de los recuerdos que tengo de ver a Escocia están relacionados con Francia”.
Y, cómo no, ninguno de ellos resulta más evocador que los de aquel soleado verano de 1998. “Fui al torneo en autobús desde Dunfermline, y fue fantástico, una experiencia sencillamente increíble”, recuerda sonriendo.
“Lo mejor probablemente fuese participar en el partido inaugural contra Brasil. Me acuerdo de que me ofrecieron mil libras para que vendiese mi entrada en la reventa. En aquella época era mucho dinero, sobre todo para un chico de 19 años, pero no llegué ni a planteármelo. Recuerdo que estábamos en el estadio horas antes de que empezase el partido, había un ambiente increíble, y cuando marcamos se desataron las mejores celebraciones que he vivido nunca. Fue una locura”.
Aquella aventura mundialista se saldó, como todas las demás, con una eliminación temprana. Ahora Mackinlay y el resto del Ejército Tartán esperan pasar más tiempo en el certamen este verano, pero ocurra lo que ocurra una cosa es segura: disfrutarán al máximo de cada minuto del tiempo que estén en Francia.