Se cumplen 30 años de la Copa Mundial de la FIFA de Italia 90
Argentina, vigente campeona, cayó ante Camerún en el duelo inaugural
Los africanos terminarían siendo la revelación del torneo
A apenas unos minutos de que el balón empezase a rodar en la Copa Mundial de la FIFA 1990™, este aficionado de Camerún se perfila como una figura solitaria. Sin duda habrá llegado al flamante estadio milanés de San Siro, recién remodelado, con esperanzas más que con expectativas, consciente de que su selección —compuesta en gran medida por jugadores abnegados pero poco conocidos— estaba a punto de medirse con los campeones del mundo. Y entre ellos está el gran Diego Armando Maradona.
Ni Camerún creía en 'el milagro'
Hasta los propios futbolistas cameruneses parecían aceptar que el resultado ya estaba escrito. El delantero François Omam-Biyik, uno de los integrantes del plantel que competía en las divisiones inferiores de la liga francesa, admitió su pesimismo antes del choque. “La diferencia entre las dos selecciones es demasiado grande”, dijo. “Yo no creo en los milagros”.
El guardameta Joseph-Antoine Bell contemplaba un panorama todavía más sombrío, y se quedó fuera del equipo tras declarar en una entrevista concedida a un periódico que su equipo no tenía “ninguna posibilidad de plantar cara a Argentina, ni a ningún otro rival”, y que “quedaría eliminado en la primera ronda, sin pena ni gloria”.
Pero todos esos agoreros pronósticos fueron erróneos... Y, precisamente el hombre que no creía en los milagros, Omam-Biyik, fue quien obró uno con su solitario gol.
Todos contra Maradona
Aunque la mayoría de los asistentes habían acudido para ver al número 10 argentino, no todos los presentes en San Siro tenían la intención de corear su nombre: el Nápoles de Maradona acababa de arrebatar el Scudetto al AC Milan, y él mismo afirmaría más tarde que su presencia hizo que “todo el estadio animase a Camerún”. Así que este aficionado de la imagen no se encontró tan solo.
El 1-0 en contra que sufrió Argentina sigue siendo una de las mayores sorpresas que haya deparado nunca el torneo. “Fue la peor derrota de mi vida”, admitió el propio Carlos Bilardo. El seleccionador de la Albiceleste acabaría conduciendo a sus discípulos hasta la final, su segunda consecutiva, pero recuerda perfectamente las consecuencias que tuvo perder aquel partido ante un conjunto africano con el que nadie contaba. “Todos me llamaron para decirme qué tenía que hacer”, confiesa Bilardo. “Se dirigieron a mí el presidente [Carlos Menem], dos expresidentes y el líder de la oposición”.
Al mismo tiempo que tanto políticos como analistas se quejaban de la alineación de Bilardo y del enfoque físico del juego adoptado por los cameruneses, la estrella del combinado argentino asumió la derrota con elegancia. “No creo que tuviesen ninguna intención de dar golpes para ganar el partido”, señaló Maradona. “No puedo discutirlo, ni poner excusas. Camerún ganó porque fue mejor”.
El inicio de una gesta de película
Los Leones Indomables tampoco dejaron que la victoria sobre un adversario tan formidable se les subiese a la cabeza. “No vayan a pensar que somos unos héroes”, advirtió a continuación el defensor Stephen Tataw. “Somos un equipo pequeño, con pocos medios. Yo sigo sin contar con que pasemos a la segunda ronda”.
Pero los cameruneses seguirían superando sus propias y modestas expectativas, coronando así nuevas cumbres para África y ganándose de paso el favor de los espectadores neutrales. Omam-Biyik nunca marcaría otro gol tan relevante como el que consiguió de cabeza en San Siro, y que serviría para derrotar a Argentina, pero aun así dudó cuando se le preguntó si había sido el momento más importante de su carrera.
“Estuvo entre los mejores”, contestó. “Pero el mejor ‘momento’, si se me permite ampliar la definición del término, fue todo el maravilloso tiempo que pasamos en Italia”.