Birgit Prinz consiguió todo aquello con lo que muchos sólo se atreven a soñar: jugó 17 años al más alto nivel y brilló con luz propia en el fútbol internacional. En sus 214 partidos con la selección alemana anotó 128 goles, 14 de ellos repartidos en sus cinco participaciones en la Copa Mundial Femenina de la FIFA™. A estos registros hay que añadirles dos títulos mundiales, cinco Eurocopas y tres medallas de bronce en los Juegos Olímpicos.
A nivel de clubes, se coronó tres veces en la Copa de Europa Femenina de la UEFA, nueve en la Bundesliga, diez en la Copa de Alemania y sumó, además, un campeonato estadounidense con el Carolina Courage. Y éstos son sólo los más importantes.
Prinz debutó con el combinado alemán en 1994, cuando apenas tenía 16 años, y se convirtió en la primera futbolista en disputar tres finales mundialistas. Elegida en tres ocasiones Jugadora Mundial de la FIFA (2003, 2004 y 2005), la artillera lideró a las suyas hasta la final de la Copa Mundial del año 2003, donde vencieron a Suecia en la final. En la instancia decisiva de la edición de 1995, el cuadro germano había caído a manos de Noruega. Gracias a su constancia de cara al gol y a su capacidad para marcar goles claves en partidos importantes, Prinz se convirtió en un ejemplo para muchas jóvenes promesas que acabaron triunfando y que todavía sueñan con triunfar.
En cualquier caso, Prinz, de 39 años, se hizo definitivamente un hueco entre las grandes futbolistas de todos los tiempos en la Copa Mundial Femenina de la RP China 2007, uno de los momentos de mayor esplendor de esta jugadora nacida en Frankfurt. No en vano, la selección alemana femenina se convirtió en la primera, y única hasta la fecha, en revalidar el título mundialista.
Dominio alemán frente a magia brasileña Prinz, que se alzó con el Balón de Plata adidas a la segunda mejor jugadora del certamen por detrás de la brasileña Marta, y que acumuló un total de cinco goles, fue uno de los pilares del triunfo germano y protagonista de algunos de los momentos decisivos del torneo merced a su velocidad, capacidad de superación y olfato goleador.
La fascinante cita china arrancó con un festival goleador de las alemanas contra Argentina. En su camino hasta la final, la Mannschaft empató contra Inglaterra y encadenó tres triunfos sobre Japón, la RDP de Corea y Noruega. "Sencillamente, es la mejor jugadora en su posición", declaró Bjarne Berntsen, técnico de Noruega, sobre Prinz tras la derrota por 3-0 en semifinales contra Alemania. Silvia Neid, la seleccionadora alemana que recientemente cedió su puesto a Steffi Jones, se expresó en la misma línea: "Birgit es increíblemente importante para nosotras, porque es capaz de decidir un partido por sí sola". La goleadora se encargó de darles la razón a ambos también en la final de Shanghái.
Fue un choque entre la velocidad alemana y la magia brasileña, entre la experiencia y la euforia, la eficacia y la elegancia. Y se demostró, una vez más, que siempre se podía confiar en Prinz, una delantera capaz de rendir al máximo nivel en los momentos claves. Además, fue quien mejor templó los nervios cuando mayor era la presión. Marta, en cambio, no pudo con ella.
Prinz contra Marta En el primer tiempo, Marta dejó muestras de su inmensa calidad y buscó el gol con ahínco. Sin embargo, la brasileña se topó una y otra vez con la arquera alemana Nadine Angerer, que no encajó ningún gol en todo el torneo. En la reanudación, fue precisamente Prinz la que encarriló el triunfo de las alemanas. ¿Quién si no iba a ser la autora del primer gol? Sandra Smisek se deshizo de su par con una finta dentro del área y cedió el balón a Prinz, que remató al fondo de la red desde una distancia de diez metros. En la otra portería, Marta tuvo el empate en sus botas, pero erró el penal: lanzó a la izquierda y Angerer lo adivinó. A la jugadora brasileña, que entonces tenía 21 años, le abandonó la magia que había mostrado a lo largo de todo el torneo en el instante decisivo. A pocos minutos del final, Simone Laudehr estableció el 2-0 definitivo.
En cuanto sonó el pitido final, todavía en el césped y bajo los fuegos artificiales y una lluvia dorada de confeti, quedó claro que Prinz y sus compañeras guardarían para siempre aquel triunfo en un lugar muy especial de su corazón. Por fin se habían quitado de encima la presión de ser las máximas favoritas, una carga que arrastraron durante semanas, y eran campeonas. "Este año nos han dado muchos palos, nos han criticado mucho. Pero mandamos un mensaje claro: 'No podréis con nosotras tan fácilmente'. Es una gran confirmación", declaró la extraordinaria delantera de 1,79 m de estatura en su charla con FIFA.com. "Esta vez, la alegría es distinta a la de 2003".
Semanas más tarde, Prinz recordaba satisfecha el triunfo. "Lo mejor fue la victoria mundialista y, sobre todo, los instantes posteriores al pitido final. Es lo que conseguimos como equipo". ¿Fue un título especial para ella? "No, creo que cada título es especial. Lógicamente, el valor de cada uno es distinto, pero no me gustaría destacar ninguno por encima de otro", añadió con humildad esta diplomada en psicología, que colgó las botas el 12 de agosto de 2011.