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Massey, del orfanato al Mundial

Apenas hace falta compartir unos segundos e intercambiar unas palabras con ella para constatar que Kayza Massey no es una ghanesa más. Pero sólo cuando empieza a contar la historia de su vida —con un marcado acento canadiense— comprobamos lo extraordinaria que es esta arquera de 15 años.

La mejor manera de empezar es por el principio y, en este caso, el encuentro fortuito con una voluntaria que cambió su vida para siempre. "Yo nací en Ghana, pero viví en un orfanato hasta que mi madre llegó de Canadá", cuenta a FIFA.com. "En aquel entonces trabajaba con UNICEF en Ghana, construyendo un colegio en Walewale, y alguien le dijo un día: 'Mira, tenemos una sorpresa para ti'. La sorpresa era yo, un bebé de un mes, y decidió adoptarme".

"Nunca he sabido exactamente cómo llegué al orfanato, pero sé que, en Ghana, todo el mundo está muy unido a sus hijos. Como en cualquier parte, claro, pero todos me cuentan que allí existe un vínculo muy especial. Es muy raro que alguien abandone a un niño, a menos que muera la madre. Creo que esa podría ser la causa más probable".

Una llamada de teléfono trascendentalFue, sin duda, un comienzo duro, pero Massey empezó a crecer fuerte y sana. Su madre adoptiva creó un ambiente propicio para ello, dándole una infancia feliz y estable. También tenía muy claro que su traslado a Canadá no debía significar la renuncia de su hija a la herencia e identidad ghanesas.

"En Ottawa tenemos una comunidad ghanesa bastante grande. Mi madre me involucró en ella desde que era muy pequeña, y eso me hizo sentirme parte de la cultura. Y adoro la cultura ghanesa, es una de las razones principales por las que quise entrar en esta selección", explica Massey.

"Mi madre ha sido un apoyo enorme en este aspecto. Se siente orgullosa de que haya llegado hasta aquí y esté haciendo esto, jugar en este equipo y ganar partidos importantes. Siempre me anima y me dice que juegue como yo sé, que mantenga la calma y la compostura".

Sabios consejos, desde luego, ya que la compostura ha sido seguramente el factor determinante para que Massey y Ghana sigan adelante en el torneo. La derrota por 0-5 a manos de Japón en el primer partido de la fase de grupos podría haber echado por tierra la confianza, la moral y la unidad del combinado ghanés. Sin embargo, tuvo justo el efecto contrario.

"De hecho, el vestuario se unió aún más tras el choque contra Japón", afirma esta quinceañera madura y segura de sí misma. "Comprendimos que sólo con nuestras individualidades no llegaríamos muy lejos, así que hicimos un esfuerzo por conjuntarnos y encontrar el modo de recomponernos".

Massey tuvo un papel destacado en este proceso, con varias paradas de mérito en la crucial remontada contra Estados Unidos y en la posterior victoria sobre Paraguay, a la que dejó a cero, y que selló su pase a la siguiente ronda. Llegados al presente, observamos que nos hemos saltado un par de capítulos en su historia.

Así que, antes de saber su opinión sobre los cuartos de final de la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA, la pregunta es: ¿Cómo entró a formar parte de esta selección y, por consiguiente, llegó a participar en el torneo? Su respuesta, una vez más, no tiene desperdicio.

"Soy una gran aficionada al fútbol y juego en un club de Ottawa. Un buen día, me enteré de que se iba a disputar este Mundial", indica. "Lo hablé con mi madre y me dijo: 'Caray, ¿no sería fantástico ir allí y representar a la selección de Ghana?' Todo empezó medio en broma, pero luego empezamos a estudiar seriamente la posibilidad y acabamos llamando a la federación ghanesa: '¿Les interesaría ver a otra arquera?' Y dijeron que sí".

"No me habían visto jugar, claro, así que nos tocó pagar el viaje a Acra de nuestro bolsillo. En ese momento, sí sentí algo de presión por entrar en la selección. Por suerte lo conseguí. Me lesioné justo antes del clasificatorio, pero me quedé para animar al equipo y, a continuación, después de regresar a Canadá, volví para la concentración previa a la Copa Mundial".

Clases de lengua El destino también intervino en esta historia, porque no estaba previsto que Massey, que se había ganado al instante la aprobación del cuerpo técnico, viajara a Jordania como la guardameta número uno de Ghana. El puesto era para Martha Koffie Annan, pero la portera sufrió una inoportuna lesión de rodilla y le abrió las puertas de la titularidad a Massey, que está aprovechado al máximo su oportunidad.

La cancerbera ha demostrado que organizar la defensa y dominar el área de castigo son dos de sus grandes cualidades. Su capacidad para comunicarse y dirigir a sus compañeras es más asombrosa si cabe teniendo en cuenta que la mayoría de integrantes de la selección ghanesa no habla inglés.

"Muchas de las chicas hablan dialectos locales, pero no es un problema tan gordo como parece", apunta. "Aunque la mayoría no habla inglés, sí lo entiende. Y, si alguien no comprende lo que digo —cosa muy poco habitual—, siempre hay alguien que se ofrece para traducir. También estoy aprendiendo algunas frases en ghanés para decirlas en la cancha, y me son de gran ayuda. La verdad es que es un incentivo añadido, porque estoy incorporando una parte más de la cultura ghanesa. Está siendo muy fácil comunicarme con mis compañeras. Todas me han recibido con los brazos abiertos y me tratan de maravilla".

"Jugar un Mundial está siendo una experiencia excepcional y me lo estoy pasando genial. Ahora sólo espero que lleguemos a la final. No será fácil, sobre todo contra la RDP de Corea en la próxima ronda. Ya vimos lo buenas que son las japonesas, y creemos que las norcoreanas serán exactamente igual. Pero, a lo largo del torneo, hemos aprendido a adaptar nuestro juego a los diferentes estilos de los rivales y estoy segura de que trazaremos un plan que nos permita competir mejor esta vez".

Los pronósticos no son ni mucho menos favorables a Ghana, tampoco en lo que al objetivo de Massey de llegar a la final se refiere. En cualquier caso, si el conjunto ghanés da la campanada y acaba conquistando el título, sólo habrá añadido un capítulo más a la formidable historia de esta arquera de 15 años.