Una de las áreas en las que se centró Football Australia después de la Copa Mundial Femenina de la FIFA fue en aumentar el ímpetu por el fútbol profesional local. A medida que la nueva temporada de la A-League femenina se prepara para arrancar este fin de semana, todo parece indicar que ese impulso está en marcha.

Decir que la edición de 2023 de la Copa Mundial Femenina de la FIFA™ fue un éxito rotundo sería quedarse corto. El torneo atrajo a multitudes sin precedentes, los índices de audiencia de la televisión australiana superaron a los de cualquier otro programa en los dos últimos años, y los pubs locales se llenaron de aficionados recién llegados para ver cómo las Matildas, de forma un tanto inesperada, se convertían en un nombre familiar. De repente, se había recalibrado lo que era posible para el fútbol femenino en Australia.

Se han vendido 50.000 entradas para el próximo partido de Australia contra Filipinas en la clasificación para el Torneo Olímpico de Fútbol Femenino. El decisivo encuentro de clasificación para Tokio 2020 de las Matildas contra la RP China a principios de 2020 atrajo a una décima parte de esa cifra. El cambio es notable.

Ahora existe la oportunidad de reflejar esa expansión en los clubes. Los primeros indicadores son prometedores.

Ocho de los once clubes existentes han establecido nuevos récords de socios, y el campeón, el Sydney FC, ha registrado un aumento del 800%. Además, se ofrecen entradas gratuitas a los aficionados de menos de 16 años.

Fuera del campo han aumentado los pagos mínimos a las jugadoras, mientras que muchos partidos de la temporada se disputarán en grandes estadios, entre ellos las sedes de Australia y Nueva Zelanda 2023. Entre esas, para la jornada inaugural de este fin de semana se encuentran estadios de Adelaida, Wellington y Sydney que fueron conocidos por toda una audiencia alrededor del mundo durante la Copa Mundial Femenina.

Hay muchas esperanzas puestas en una primera asistencia de cinco cifras a la competición, que eclipse el récord actual, establecido justo antes de la cita de Australia y Nueva Zelanda 2023.

El regreso del Central Coast Mariners a la competición supone una ampliación a 12 equipos y por primera vez una temporada completa de partidos de ida y vuelta. El Mariners obtuvo un beneficio inesperado de la Copa Mundial Femenina cuando Inglaterra -que utilizó la región como campamento base de su equipo- donó al club 300.000 dólares australianos en material para el gimnasio.

En lo que respecta al terreno de juego, varias jugadoras australianas de renombre y con experiencia en la Copa Mundial Femenina han regresado a la competición, entre ellas Lydia Williams, Kyah Simon, Elise Kellond-Knight, Tameka Yallop y Emily Gielnik, mientras que Emily van Egmond podría reaparecer a mediados de la temporada.

El Perth Glory ha reclutado a varias estrellas filipinas de la Copa Mundial, mientras que el Wellington Phoenix tendrá en sus filas a la condecorada internacional neozelandesa Annalie Longo.

En el otro extremo del espectro destaca el nombre de Milly Clegg, después de que la delantera lograra la rara proeza de participar en tres torneos de la FIFA en un periodo de 12 meses. La neozelandesa militará esta temporada en las filas del Western Sydney Wanderers, después de haber sido la máxima goleadora del Wellington Phoenix y la integrante más joven de la selección femenina de las Football Ferns para la Copa Mundial.

El ascenso más espectacular corresponde sin duda a Cortnee Vine, del Sydney FC. La autora del penalti que dio la victoria a su selección en la épica tanda de penales contra Francia en cuartos de final ha renunciado a marcharse al extranjero y se ha convertido en la imagen oficiosa de la liga.

Su vida ha dado un giro radical en estos meses ya que el cambio posterior a la Copa Mundial Femenina en todas las facetas de su vida ha sido extraordinario.

La semana pasada, en un solo periodo de 24 horas, tuvo que tomar un vuelo chárter a una isla turística para un acto promocional, precedido de un partido de críquet en la residencia del Primer Ministro.

"Sinceramente, ha sido una locura, de cero a cien", comenta Vine sobre los dos últimos meses. "Voy por la calle y la gente me dice: 'Dios mío, ¿eres quien creo que eres?

"Muchos padres se me acercan para darme la mano y decirme: 'Gracias por lo que ha hecho por mi hija'. Esas cosas sí que me llegan".