martes 11 octubre 2016, 09:56

Dayana, a por la revancha con la inspiración de Marigol

Era un día de entrenos con la selección como otro cualquiera, hasta que Dayana Cázares se vio frente a frente ante su ídola de siempre, Maribel Domínguez. La mera mención de su nombre traslada a la joven mexicana a ese momento en que vio cumplida su ilusión de niña. La sonrisa le delata. “Me ayudó a conocerla Leonardo (Cuéllar, antiguo seleccionador de la mayor). Estábamos entrenando. Él llegó con Maribel y le dijo ‘mira, ésta es la niñita de la que te había hablado’. Y ahí empezamos a platicar”.

Desde entonces, Dayana ha conversado varias veces con ‘Marigol’, la primera gran estrella del fútbol femenino mexicano, aunque aún no le ha pedido una foto. “Yo soy más de vivir el momento”, explica a FIFA.com entre risas. La centrocampista habla con verdadero entusiasmo de su referente. “Me encantan su liderazgo, su entrega en la cancha, su buen fútbol… Es un orgullo verla jugar. Antes de venirme me dijo que íbamos a hacer grandes cosas. Que sólo me divirtiera e hiciera lo que sé hacer”.

Y en eso anda la centrocampista, una de las jugadoras más descatacas de un combinado mexicano que se ha plantado en los cuartos de final de la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA 2016 como campeón de su grupo. Dayana ya ha mostrado en Jordania su visión de juego, su velocidad… y hasta ha marcado un gol que ha ido con la dedicatoria habitual. “Siempre me acuerdo de mi familia. Soy muy apasionada… ¡y hasta casi se me sale una lágrima!”

Echa de menos a los suyos, aunque de alguna manera los lleva siempre presentes en el corazón… y en la piel. “Éste es un infinito”, dice mientras se señala el tatuaje que tiene en su antebrazo derecho. “Aquí tengo las iniciales de mis padres y mi abuelita”. En el dorso de la mano, un león le recuerda a su madre, Karina, con quien la une una relación muy especial. “Hasta siento que la he traído hasta aquí”. Son muchos los kilómetros que las separan, pero están en contacto permanente. “Ya ni puede dormir y me manda mensajes animándome y diciéndome que me va a ver por la tele”.

Una revancha pendiente Fue ella quien, al verla por primera vez con un balón en los pies a los cuatro años, supo que había nacido para esto. “Me contó que, al verme jugar con unos niñitos, se dijo ‘¿de dónde salió esta chamaca?” La abuela Gregoria es la otra gran ‘culpable’ de que Dayana esté hoy aquí. En 2014 la selección organizó unas visorías en Toluca, a apenas 70km de Ciudad de México, y la joven quería ir, pero en casa el dinero no sobraba precisamente. “Fue mi abuelita, que nunca me había visto jugar, la que le dijo a mi mamá ‘ten el dinero. Llévala. Yo confío en que se va a quedar’”. A los pocos meses Dayana estaba en la otra punta del mundo, disputando el Torneo Olímpico Juvenil de Nankín.

La joven tiene bien fresco el recuerdo de ese campeonato en la memoria. Sobre todo un partido: la semifinal ante Venezuela. La Vinotinto les sorprendió con un gol casi en la primera jugada, pero la centrocampista no tardó el replicar. “Una contención me mandó la pelota al espacio, me la llevé en velocidad, tiro raso… y gol”. Y su sonrisa se ensancha a pesar de que el recuerdo es agridulce, porque los penales decantaron el duelo del lado de las sudamericanas. “Desde China traemos la revancha, siempre lo decimos”, asegura. Y este miércoles tendrá la ocasión de buscarla.

Mexicanas y venezolanas, con muchas de las jugadoras de aquel partido nuevamente presentes, buscarán el billete a semifinales. “Habrá que pisar fuerte en la cancha, porque no va a ser fácil”. Y eso que hace poco jugaron un par de veces contra ellas y ganaron por goleada (7-1 y 3-1). “Pero no llevaron a todas las jugadoras que están aquí”. Entre ellas una tal Deyna Castellanos. “Es buena”, concede la centrocampista sobre la gran estrella de la Vinotinto, “pero tengo total confianza en nuestras centrales”.

Cuenta Dayana que en aquel primer encuentro con ‘Marigol’ ésta le dijo “tienes que echarle ganas”. Y eso precisamente es lo que piensa hacer la centrocampista para obtener la anhelada revancha.