La mexicana, con una vida nueva gracias al fútbol
Todo comenzó con su participación en la Homeless Word Cup de 2015
Nos cuenta su historia y sus nuevas metas profesionales y personales
Si hace 4 años le hubieran dicho que iba a vivir del fútbol, seguramente Lizbeth Ángeles se hubiera reído. En ese entonces tenía 24 años y ni siquiera existía una liga femenil profesional en México.
Pero la vida da mil vueltas. Y en este tiempo no solo pudo volver realidad el sueño, sino que sirve de inspiración y ejemplo para otras jóvenes que ahora ya saben que sí se puede. FIFA.com habló en exclusiva con la delantera del Pachuca.
Fútbol, un fiel acompañante
Liz, como le dicen de cariño, conoció el amor por la pelota en el sur de la Ciudad de México, donde nació. Desde pequeña comenzó a jugar y, más grande, fue un pasatiempo que le ayudó a sortear los momentos difíciles de la vida. Ya en la segunda década de vida, unas amigas la invitaron al torneo “De la calle a la cancha” donde todo -su vida, sus metas, su trabajo- comenzaría a cambiar.
Muchas mujeres de todo México en condiciones económicas complicadas y adversas competían por uno de los siete lugares para integrar la selección que participaría en la Homeless World Cup Ámsterdam 2015.
“Empecé a nivel municipal y luego representé al Estado de México en el torneo nacional. Fuimos campeonas, y ahí, frente a toda la gente que había ido a ver el partido, eligieron las siete mejores; entonces fue cuando escuché mi nombre...”.
Viajó a Europa y portó el gafete de capitán de la selección que a la postre resultaría campeona. “Fue un Mundial inexplicable; poder representar a tu selección contra tantos países es algo único. Ser campeones y poder escuchar el himno de México fue lo mejor".
Sus virtudes en la cancha le valieron para conseguir un trabajo en la Policía Federal, donde alternaba su trabajo de investigadora con el equipo de fútbol. En el 2017, cuando se anunció la creación de la Liga MX femenil, la curiosidad del profesionalismo comenzó a asomar.
“La verdad es que lo veía muy lejano. Estaba complicado por la edad que tenía en ese entonces. Sin embargo, nunca desistí hasta que se me dio la oportunidad de lograrlo”.
Pidió una licencia de seis meses en la policía y fue a Pachuca a buscar el sueño. “Yo no confiaba mucho, pero el que no arriesga, no gana. Ahora puedo decir que ya tengo un año con ellos y mi crecimiento ha sido demasiado. Me siento muy satisfecha de pertenecer a este club”.
Con goles empezó a ganar confianza en sí misma. Ya con 19 anotaciones a cuestas, lo normal sería pensar en la posibilidad de la selección nacional. Sin embargo, ella quiere ir un paso más allá: “Mi meta sí es representar a mi país en la selección e ir a un Mundial, pero no me enfoco mucho en eso. Yo sé que si en un algún momento me llegan a llamar, yo voy a estar muy dispuesta. Mi meta es enfocarme a mejorar aquí en Pachuca. Me falta mucho por aprender; aunque me gustaría más ser un ejemplo para las niñas detrás de nosotras”.
Sueños cumplidos y nuevas metas por cumplir
Y a todas ellas les manda un mensaje: “Nunca dejen de soñar. Si a la primera no sale, síganlo intentando. En la vida siempre van a haber muchas pruebas y obstáculos, pero uno mismo es el único que los puede romper para llegar al sueño que quiere”.
Palabras de quien es el ejemplo encarnado. ¿Y el futuro? “Estoy estudiando para ser preparadora física. Así que tengo el objetivo de más adelante llegar a algún equipo. El fútbol nunca lo voy a dejar”, cuenta con orgullo, luego de ponerle una palomita a otra meta más, la de estudiar una carrera universitaria.
¿Hasta dónde llegará? ¿Cuántas veces más mandará la pelota a las redes? Solo el tiempo lo dirá. De lo que hay certeza plena es que, gracias a ella, hoy muchas jóvenes sueñan con un futuro distinto. Y eso ya es uno de los trofeos más valiosos.